viernes, 30 de noviembre de 2012

"victus" de A. Sanchez Piñol




Topé con este libro por casualidad. Basicamente por una entrevista que le hizo "La Vanguardia". La ironía que desprendía y la forma de ver un hecho tan trascendental para Cataluña hicieron que el mismo día que lo sacaron a la venta. A Albert Sánchez Piñol no le había leído antes, y estoy contento de que la primera vez sea esta obra.

Martín Zuviría es un joven pendenciero y liante que acaba estudiando ingeniería a manos del gran maestro de ingeniería de la época: Vauban. Allí aprende un oficio y arte que debera perfeccionar en una España dividida por la Guerra de Sucesión Española. Pasando de un bando a otro, va teniendo contacto con personajes destacados hasta el climax final apocalíptico.

Lo confieso. Esta novela me recuerda a la serie de Harry Flashman, el antiheroe victoriano. Martí Zuviria (personaje que existió, por cierto...) es pendenciero e interesado, pero con un corazoncito que hace que lo quieras. Aunque las fuentes son buenas, el autor se toma ciertas libertades (por lo que oí, el sistema de puntos de los ingenieros es una licencia suya).

Antonio de Villarroel se hace adorar, como líder guerrero integro en contraposición con los "felpudos rojos" de la Generalitat, encabezados por un desmitificado Rafael de Casanova. El que no me cuadra es la homosexualidad destacada y flagrante que se atribuye al Duque de Berwick. Pero debe ser por que soy uno de los pocos catalanes que vé a Berwick como un profesional haciendo su trabajo. E incluso ofreciendo términos generosos a los prisioneros de guerra catalanes, terminos que violó Felipito. Y todo el libro destila una oda al olvidado arte de la poliorcética.

En estos días tan tediosos y cargados de llamadas a las emociones en Barcelona, he agradecido esta lectura. Recomendable 100%.

Ahora entremos en otro registro.



"Lliures o morts" da otra visión de 1714. Esta vez con los ojos de Ermengol Amill, coronel miquelet que lucha contra las tropas borbónicas tras haber sufrido una serie de catastróficas desgracias. En el fragor de la lucha vivirá aventuras, desventuras y amores diversos.

He de negar que me miré el libro inicialmente con cierto recelo. A veces me ha dado la impresión que se le ha querido dar un tono épico nacional que vivo con cierta curiosidad tintada de estrañeza. Pero, como caballero ancho de miras que soy,mal final le dí una oportunidad. Y ha sido un compañero de viaje entretenido, además de permitirme leer algo de catalán (lengua que no leo tanto como debiera).


Otra cosa que suma puntos es que, pese a idealizado, el protagonista se mancha de sangre. Me explico. Temía encontrar un desglose de masacres borbónicas: pueblos arrasados, mujeres violadas, etc... Y al otro lado unos guerrilleros caballerosos hasta el punto del cursilismo. Y no es el caso: Amill, si bien no arrasa indiscriminadamente, no da cuartel. No toma prisioneros e incluso se narra masacres de prisioneros de guerra. Por que la lucha fue tan sucia como puede ser una guerra fraticida.

En definitiva, espero que estas obras hagan crecer el interés en una época poco conocida pero muy interesante.





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